CREPÚSCULO
(Reseña)
Dirección: Catherine HardwickeProducción: Wyck Godfrey, Greg Mooradian, Mark Morgan, Karen Rosenfelt
Guión: Melissa Rosenberg
Elenco: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Billy Burke, Peter Facinelli, Elizabeth Reaser, Nikki Reed, Kellan Lutz, Cam Gigandet, Rachelle Lefevre
Esta taquillera película, que recaudó casi 100 millones de dólares en su primera semana de exhibición en Estados Unidos, está basada en la secuela de best sellers –hasta ahora cuatro publicados- que ha conquistado los corazones de millones de jóvenes y que muchos comienzan a comparar –con justicia o no- a la secuela de Harry Potter. De hecho, fue el tercer título de esta secuela el que desplazó del primer lugar de ventas a la última de Potter.
La película, como el libro, narra las aventuras de Bella Swan, una chica que siempre ha sido diferente a las demás. Cuando su madre se casa por segunda vez, Bella decide marcharse a vivir con su padre a un recóndito pueblo llamado Forks, en cuyo colegio conoce al misterioso Edward Cullen. Inteligente, atractivo y admirado, Edward consigue atraer la atención de Bella y muy pronto entablan una estrecha amistad. Con el tiempo, Bella descubre el secreto de Edward: él y su familia son vampiros, físicamente perfectos y sin colmillos; porque han hecho el pacto de abstenerse de consumir sangre humana. Juntos, lucharán contra otra banda de vampiros que sí se deja llevar por su instinto sanguinario.
La película ha desatado un encendido debate entre los comentaristas cristianos en Estados Unidos. La autora de la secuela, una mujer practicante de religión mormona y madre de tres hijos, señala que su obra es una metáfora de una relación pura y exigente, donde los héroes son aquéllos que aprenden a controlar sus impulsos. En efecto, ambos personajes, en la secuela de novelas, no tienen relaciones sino hasta cuando contraen matrimonio, en el tercer libro; y Edward es sin duda un modelo de respeto e hidalguía en su relación con Bella.
Sin embargo, los críticos señalan que el vampirismo no es un marco adecuado para construir lecciones edificantes; y que la comparación entre la abstinencia sexual y el impulso por la sangre de un vampiro no es válida: mientras la sexualidad es un bien en sí mismo que se pospone para el matrimonio, donde expresa la complementariedad entre hombre y mujer; el vampirismo no encuentra ninguna complementariedad en la humanidad: son tan “complementarios” como un depredador lo es de su presa.
Una madre de familia católica, que administra un conocido blog en inglés, señala además que la serie de novelas –y por tanto la película- manipula peligrosamente las inestabilidades propias de la mayoría de adolescentes mujeres de hoy, proclives a sentirse incomprendidas por los padres y anhelantes de ser descubiertas por alguien “especial”… que resulta siendo un vampiro, aunque sea vegetariano.
Desde el punto de vista de la producción, el guión hace agua por todos lados y es posible que los vacíos sean llenados sólo por quienes han leído los libros, los personajes sobreactúan y sus encuentros aparecen forzados. Pero las críticas no han detenido a los adolescentes que han repletados las salas de cine… y que probablemente lo sigan haciendo con las ya anunciadas secuelas cinematográficas.
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